Síndrome de intestino irritable
Antecedentes
El SII se describió por primera vez en 1812 por William
Powell. En los países industrializados, el SII tiene una prevalencia del 10 a
15%, siendo más frecuente en mujeres con una relación de 3:1 con respecto a los
hombres. Depresión o ansiedad se detectan en aproximadamente el 40 a 60% de los
pacientes que consultan por los síntomas de SII.
En gastroenterología, representa el 38% de las consultas y
en medicina general el 12% de las mismas, por encima de la hipertensión
arterial (10%), el asma (4%) y la enfermedad coronaria (2%). Se estima que es
la segunda causa de ausentismo laboral después de la gripa. Al año en Estados
Unidos el SII genera 2,4 a 3,5 millones de consultas médicas y más de dos
millones de prescripciones y produce un
costo superior a 33 mil millones de dólares. (Otero & Gómez , 2005)
En cuanto a la fisiopatología, es bien sabido que los
pacientes con SII se caracterizan por presentar hipersensibilidad visceral y
alteración motora. Los mecanismos propuestos en la generación de estas
alteraciones son múltiples. El SII con diarrea (SII-D) parecería presentarse
como una enfermedad inflamatoria de grado leve y sin daño mucoso. Se han
demostrado la presencia de inflamación a nivel de la mucosa, en especial
incremento de mastocitos, linfocitos e interleuquinas proinflamatorias. La
activación de mastocitos genera la liberación de múltiples sustancias como
histamina y triptasa en la proximidad de una terminación nerviosa, lo que sería
el mecanismo responsable de la hipersensibilidad visceral. En estos pacientes,
el antecedente de una infección gastroentérica aguda parece ser la norma. Los
factores de riesgo para el SII postinfeccioso son mujeres jóvenes con historia
de ansiedad y/o depresión y la presencia de fiebre y pérdida de peso durante la
infección. (Tawil, 2012)
Actualmente, los trastornos gastrointestinales funcionales
(TGIF) son el motivo más frecuente de consulta al gastroenterólogo. Afecta del
7% al 21% de la población mundial y la principal patología de este grupo
corresponde al Síndrome de Intestino Irritable.
En el Perú, Vargas-Matos I et al. (2015) realizaron una
investigación en estudiantes de medicina de una universidad privada de Lima. En
él, los autores encontraron una prevalencia de SII del 12,4%.se quiso
confrontar estos resultados con estudios similares a nivel nacional, pero no
encontramos más. Por ello, realizamos una búsqueda de las investigaciones
realizadas en estudiantes de medicina de Latinoamérica, encontrando una
frecuencia promedio de SII del 25%. Esto quiere decir que 1 de cada 4
estudiantes de medicina latinoamericano padece este síndrome.
Adicionalmente, encontramos que el sexo femenino y el
componente psicológico fueron los principales factores asociados al SII. Esto
refuerza la realidad encontrada en otros estudios a nivel mundial, donde se
reporta una fuerte relación entre ansiedad, depresión, estrés, infecciones,
factores dietéticos y trastornos del sueño con el síndrome de intestino
irritable. A esto se le suma la problemática del subdiagnóstico y la frecuente
confusión con otras patologías gastrointestinales Hasta el 2015, los criterios
ROMA III eran el estándar para su diagnóstico, debido a su mayor sensibilidad
en comparación a otros criterios. No obstante, en el 2016 se publicaron los
criterios ROMA IV, siendo el consenso actual para el diagnóstico de SII (Novoa
Sandoval, Pérez Acuña, Achata-Espinoza, & Toro Huamanchumo, 2017) .
Sintomatología
Los síntomas predominantes en el SII son el dolor o malestar
abdominal, que se alivian con la defecación, acompañados por cambios en la
frecuencia o consistencia de las heces, con un patrón de diarrea o
estreñimiento. Una importante proporción de los pacientes con SII presentan
alternancia del hábito intestinal, es decir, unas veces diarrea y otras,
estreñimiento. Las crisis o períodos sintomáticos se asocian o se exacerban con
el estrés, alcohol o algunos alimentos. El dolor abdominal, que es
probablemente el síntoma más alarmante y que más incide en la frecuencia de la
consulta y que determina las cirugías innecesarias, no tiene un patrón que
ayude a distinguirlo del dolor de otras etiologías; puede ser generalizado o
localizado y usualmente se produce en el abdomen inferior. Durante la
defecación, se pueden producir molestias como urgencia, esfuerzo o sensación de
evacuación incompleta. Otros síntomas que pueden padecer estos pacientes son la
sensación de distensión abdominal y la expulsión de moco en las heces. Son
frecuentes varios síntomas extracolónicos e incluso extradigestivos. Entre los
primeros se destacan dispepsia (dolor o malestar en el abdomen superior),
pirosis (ardor retroesternal), regurgitación (agrieras) y entre los últimos
urgencia urinaria, disfunción sexual, fibromialgia, dispareunia, alteraciones
del sueño, dificultades menstruales, dolor lumbar, cefalea y fatiga crónica. (Otero &
Gómez , 2005)
ETIOLOGIA
En cuanto a la fisiopatología del SII debemos mencionar al
estrés, pues se encuentra a la cabeza en el listado de componentes ambientales
contribuyentes al desarrollo de su sintomatología. Se deduce entonces que el
aspecto psicológico se encuentra relacionado con la aparición de este síndrome.
Así, se ha encontrado que factores como el estrés, la ansiedad y la depresión
se asocian fuertemente al desarrollo de SII (Novoa Sandoval, Pérez Acuña,
Achata-Espinoza, & Toro Huamanchumo, 2017) .
Cada vez hay más información sobre la efectividad de una
dieta baja en fructo-oligosacáridos fermentables (FODMAP) en pacientes con síndrome
de intestino irritable. Los FODMAP son carbohidratos de cadena corta que se
absorben de forma deficiente en el intestino (fructosa, lactosa, fructanos,
polioles y galactoligosacáridos). Aunque los FODMAP parecen contribuir a los
síntomas del intestino irritable, su suspensión considerada como parte del
tratamiento es relativamente nueva. ( de Jesús Yepes, Múnera, &
Martelo, 2018)
En la actualidad, la concepción de la fisiopatología del SII
puede dividirse en mecanismos “clásicos” (viejos) y conceptos recientes que
involucran mecanismos inflamatorios. El SII es considerado un síndrome “funcional”
que, como en todas las entidades funcionales gastrointestinales, existe un
amplio rango de síntomas cuyos mecanismos fisiopatológicos son pobremente
entendidos. En estas patologías, la mayoría de los médicos consideran que la
anormalidad principal está en el cerebro, es decir, en la interpretación de
síntomas que provienen del intestino; sin embargo, estos pacientes son
heterogéneos y existe una proporción de los mismos, en los cuales la principal
anormalidad está realmente en el intestino, como ocurre en los pacientes con
SII postinfeccioso, pero los métodos actualmente disponibles en la práctica
clínica no permiten identificarlos. (Otero & Gómez , 2005)
TRATAMIENTO
Hasta el momento, ningún medicamento de los actualmente
disponibles alivia todas las manifestaciones del SII, como tampoco cura o
modifica el curso de la enfermedad. Solamente en algunos pacientes se alivia
transitoriamente la sintomatología ya que la respuesta de estos pacientes al
placebo, varía desde 16 a 71% y además,
es improbable que cualquier medicamento que interactúe con un receptor
específico bien sea como agonista o antagonista, pueda suprimir todas las
diferentes manifestaciones intestinales y extraintestinales que se presentan en
el SII. En cualquier caso, independientemente, del abordaje terapéutico
utilizado, un manejo eficaz requiere una excelente relación médico-paciente.
Clásicamente el tratamiento farmacológico está dirigido al síntoma
predominante, pero la clasificación en diferentes tipos o patrones de la
enfermedad, sigue siendo controvertida, ya que hay fluctuaciones impredecibles
de los diferentes patrones clínicos y los criterios actualmente utilizados para
definir los patrones de hábito intestinal son arbitrarios. (Otero &
Gómez , 2005)
Clasificación
De acuerdo
al patrón en los hábitos defecatorios, el síndrome de intestino irritable (SII)
se clasifica en tres subtipos:
a)
SII con estreñimiento o constipación: Heces
duras más del 25% de las veces y deposiciones disminuidas de consistencia menos
de 25% de las veces
b)
SII con diarrea: Deposiciones disminuidas de
consistencia más del 25% de las veces y heces duras menos del 25% de las veces.
c)
SII mixto: Heces duras más del 25% de las veces
y deposiciones disminuidas de consistencia más del 25% de las veces. (IMSS C. M.,
2015)
Las
características de las heces permiten clasificar los subtipos del SII
utilizando la escala de Bristol. Según el porcentaje de uno u otro tipo de
heces, en los días en que estas son anormales, se establecen como SII-E, SII-D
o síndrome de intestino irritable mixto. En el caso de SII-E se precisa que en
más de un 25%de las deposiciones las heces sean de tipo 1 o 2 y que en menos de
un 25% de las deposiciones las heces sean de tipo6 o 7. (SEPD, 2017)
En México los subtipos más frecuentes de SII son los de predominio
de estreñimiento y el mixto. Los estudios realizados en México han encontrado
que el subtipo más frecuente de este trastorno es aquel en el que predomina el
estreñimiento (SII-E), seguido del tipo alternante o mixto (SII-M). Solo un
estudio ha informado una mayor frecuencia del subtipo con predominio de diarrea
(SII-D) sobre el SII-M, pero aun en ese trabajo el subtipo predominante fue el
SII-E (Carmona Sánchez, 2016) .
Trastornos emocionales
Después de leer el trabajo de Ruth Benasayag y otros autores
pude notar una concordancia con el objetivo que me propuse al incluir este
factor del SII es por eso que incluyo parte de su trabajo, para dar a conocer
la importancia de los trastornos emocionales en la aparición del síndrome
“Son numerosos los estudios que evidencian que los
estresores sociales, la historia de abuso físico y/o sexual y otros factores
psicológicos, como la personalidad y los trastornos psiquiátricos, desempeñan
un papel importante en la manifestación del SII.
En general, los pacientes con SII comparados con controles
sanos obtienen puntuaciones superiores en trastornos de ansiedad, especialmente
ansiedad generalizada y trastorno de angustia (Blanchard, 2001), así como en
trastornos de somatización y trastornos del estado de ánimo como la depresión
mayor, (Lydiard, 1992 muchos de los casos que se dan en la población no tienen
comorbilidad psiquiátrica; sin embargo, los que llegan a ser pacientes
recurrentes tienen una incidencia superior de síntomas y trastornos psicológicos,
siendo los más comunes los de ansiedad, de estado de ánimo y los somatomorfos.
Los estudios sobre el tipo de personalidad muestran que los
pacientes con SII manifiestan más alteraciones que la población normal y que
los enfermos con trastornos orgánicos (Drossman et al., 1988). Los
resultados no evidencian un perfil de personalidad específico del SII, a
excepción de valores más altos en neuroticismo e introversión.
Otra característica de los pacientes con SII es que a menudo
relatan situaciones de estrés inmediatamente antes de que se instaure el
trastorno. Esto ha llevado a investigar la prevalencia de sucesos vitales
estresantes. Más del 50% relaciona la aparición de sus síntomas con la vivencia
de algún suceso estresante tal como dificultad en el trabajo, muerte de algún
familiar, intervenciones quirúrgicas, problemas de pareja, historia de abuso
sexual, etc.
Los datos obtenidos en este estudio piloto descriptivo no se
consideran ni generalizables ni concluyentes debido al reducido tamaño de la
muestra. Sin embargo, pueden resultar informativos en cuanto a la observación
de tendencias, que pueden ser indicativas para estudios posteriores en un área
aún no explorada como ésta.
Comorbilidad del SII con diagnósticos del DSM-IV
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